01 marzo 2013

MANIFIEST0





Mi música viene de las calles y herejías, es mi expresión, es el ritmo de Catia oculto en las paredes de un pentagrama sordo para la demagogia y el estilo complaciente, nace en el trasnocho de Puente Trinidad, en el estridente eco eléctrico de la poesía urbana, viene de la protesta y el desajuste, de los conflictos éticos, va mas allá de el traje momentáneo y el mensaje oportunista, trata de crear imágenes eternas, un sonido que perturbe la intención peligrosa y abra caminos al amor, fuerte, robustecido, naciente y abrasador.
Amigo, no limpies mi música, ella tiene quien la quiera así, tiznada por el trafico, golpeada por el insomnio, a recorrido huracanes de prestigio y sobrevive, tiene cicatrices que delatan su paso por el mundo, conoce los refugios recoletos de las avenidas, y el canto ineludible de los ebrios, siempre altanera, fuerte y decidida, con su traje marcado por el tiempo y el interminable camino.
Amigo, no le busques etiquetas y marcas de fábrica, ella surge de la aventura adolescente en los pasillos de los liceos caraqueños, del café y la conversación matutina, del desajuste político de los ochenta, de la protesta y el miedo al miedo.
No sostiene banderas falsas, ni anhelos inconscientes, es mi divisa al momento del juicio, así logro entonces permanecer vivo, ella sintió el frío de las terrazas, y retrato el hambre en el pregonero, cargando siempre las ultimas noticias sintió el peso del desamor e instituyo el derecho a seguir adelante, no retrocede…
Mantiene estrecha relación con los sueños, códices míos, códices ajenos, sueños de multitud y multitud de sueños perdidos en soledad.
Escucho tantas veces las historias, paisaje del Coquivacoa, maruyo lejano que se perdía en el resonar del rock-and-roll y el tributo al cuero na ma.
Atesoro el húmedo aroma del Guaraira Repano, en días de búsqueda, momentos generosos, amoríos desatados, aventuras.
Reinvento el idilio en las pupilas ardientes de las diosas maracaiberas, y cayó junto a mí,… prisionera de aquel embrujo.
Acaricio la luz del Catatumbo, jugando a esconderse en las pilas del puente, y la llevo tantas veces a mi refugio empedraero, recordándome siempre… que ella está allí… Tiznada y hermosa… siempre fiel con mis pensamientos y descargas… amándome.





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