01 marzo 2013

NOSTALGIA CARAQUEÑA





 En Caracas los samanes dan sombra después del medio día, luego del nublado regocijo del alba, que despoja al poeta insomne, de las luces y el noctámbulo sonido de las calles.
Hoy la ciudad del sol, amaneció en roció, y a ratos recuerdo el húmedo olor del Guaraira Repano, que viene lleno de imágenes y relatos en cada uno de sus parajes, recorro el paisaje urbano de Monte Piedad, donde el ritmo de la conga y el bongo se pierde en los rieles del Metro.
¡Dame un negro fino!.. ¡mi llave!.. un con leche por favor… ¡Buenos días… portu! Dame un marrón claro…, en Caracas el café mañanero esta en las esquinas y en la charla del vecino.
Hoy la tierra del sol, recreo espejos en sus calles, y el empedrao desempolvo el abrigo y salio a su encuentro dejando el aroma del café en casa.
En Caracas siempre hay espejos, y el tiempo se moja en ellos, dejando huellas en las avenidas, la Baralt, la Urdaneta, nombres de aquí, calles de allá, son partes del sol sobreviviendo al frió aliento del valle.
Cuando llueve en Maracaibo, la hembra marabina calienta la mañana, reflejando en la humedad, su caminar altanero y hermoso, dejando poemas al sol, que oculto en el brumoso cielo regala una sonrisa.
Cuando llueve en Caracas, la hembra caraqueña se viste de mar y rió, sorteando piropos perdidos entre el ir y venir, confundida entre aguas retando al reloj y el trafico.
Hoy la ciudad del sol, amaneció fría y húmeda, cantando en los tejados, acompañando así el final del desvelo, trayendo a mi el suave olor del Repano, que me lleva en alucinante viaje de nostálgico encuentro con los samanes y el Naiquatá, en ese corto desprendimiento de mi lecho maracaibero.





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